ORACIÓN ORIGINAL A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Esta Oración de San Miguel es la versión original escrita por el Papa León XIII. Fue publicado originalmente en la Raccolta Romana del 23 de julio de 1898, y un suplemento aprobado el 31 de julio de 1902.

ORACIÓN ORIGINAL A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


Oh Glorioso Arcángel San Miguel, Príncipe de las huestes celestiales, sé nuestra defensa en la terrible guerra que llevamos a cabo contra los principados y potestades, contra los gobernantes de este mundo de tinieblas, y contra los espíritus del mal.

Ven en ayuda del hombre, a quien Dios creó inmortal, hecho a su imagen y semejanza, y redimido a gran precio de la tiranía del diablo. Pelea hoy la batalla del Señor, junto con los santos ángeles, como ya has peleado contra el jefe de los ángeles orgullosos, Lucifer, y su ejército apóstata, que no tenían poder para resistirte, ni había lugar para ellos en el cielo. Aquella cruel serpiente antigua, llamada diablo o Satanás, que seduce al mundo entero, fue arrojada al abismo con sus ángeles.

He aquí, este enemigo primigenio y asesino de hombres ha tomado coraje. Transformado en ángel de luz, deambula con toda la multitud de espíritus malignos, invadiendo la tierra para borrar el nombre de Dios y de su Cristo, para apoderarse de las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, para matarlas y arrojarlas a la perdición eterna.

Este dragón malvado derrama, como un diluvio de lo más impuro, el veneno de su malicia sobre los hombres; su mente depravada, su corazón corrupto, su espíritu de mentira, su impiedad, su blasfemia, su aliento pestilente de impureza y de todo vicio e iniquidad. Estos enemigos muy astutos han llenado y embriagado de hiel y amargura a la Iglesia, la Esposa del Cordero Inmaculado, y han impuesto manos impías sobre sus posesiones más sagradas.

En el mismo Lugar Santo, donde se ha establecido la Sede del santísimo Pedro y la Cátedra de la Verdad para la luz del mundo, han levantado el trono de su abominable impiedad, con el designio inicuo de que cuando el Pastor haya sido golpeado, las ovejas puedan ser dispersadas.

Levántate entonces, oh Príncipe invencible, trae ayuda contra los ataques de los espíritus perdidos al pueblo de Dios, y dales la victoria. Te veneran como su protector y patrón; en Te glorias de la Santa Iglesia como su defensa contra el poder malicioso del infierno; a Ti ha confiado Dios las almas de los hombres para ser establecidas en la bienaventuranza celestial.

Oh, oren al Dios de paz para que ponga a Satanás bajo nuestros pies, hasta ahora vencido, para que no pueda mantener a los hombres en cautiverio y dañar a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones a los ojos del Altísimo, para que puedan conciliar rápidamente las misericordias del Señor; y golpeando al dragón, la antigua serpiente que es el diablo y Satanás, lo vuelves a hacer cautivo en el abismo, para que no seduzca más a las naciones. Amén.

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